La importancia de estudiar a un tempo lento y fraccionar la obra o estudio.
¿Por qué no me suena? ¿Por qué no lo puedo tocar? Uff, esto es muy difícil para mí… Estas y otras son las frases que solemos escuchar a los alumnos cuando están en una etapa media de su formación musical. Es verdad que no existe una varita mágica que nos toque y de repente… pluff, podamos tocar absolutamente todo; no se llega a una buena ejecución por otro medio que por el del estudio y la disciplina, es por ello que debemos canalizar y aprovechar las ganas que tenemos al abordar una nueva obra o estudio.
Aquella varita mágica a la que aludíamos, no es otra que estudiar bien (lo que no siempre es estudiar mucho tiempo), una de las claves para ese buen estudio es abandonar la idea de tocar las obras “arriba abajo”, tocarlas rápido o tocarlas muchas veces; con ello simplemente estamos perdiendo el tiempo, nos cansamos y peor aún, estamos creando vicios en la ejecución por no prestarle la debida atención a lo que tocamos, acostumbrado el oído a notas desafinadas o que incluso no existen.
Entonces, si no debemos estudiar la obra completa de principio a fin ni mucho menos tocarla rápido (al menos cuando la estamos conociendo), ¿qué debemos hacer? ¡Totalmente lo contrario! vamos a seccionar la obra en pequeños fragmentos, para ello, podemos acogernos a diferentes criterios, puede ser desde el más simple como seleccionar cada cierto número de pentagramas, por ejemplo cada tres; otro criterio puede ser el de seleccionar partes musicalmente hablando (exposición del tema, desarrollo, coda, frases, etc.); en el caso de ser conciertos o piezas acompañadas, las secciones pueden ser los tuttis y los solos (que a su vez y de acuerdo a la dificultad, seccionaremos).
Ya hemos subdividido nuestra obra o estudio ¿ahora que hacemos con el Tempo? Acompañados por un metrónomo (al principio será difícil acostumbrarnos a él, pero luego se convertirá en nuestra mejor compañía en los momentos de estudio) seleccionaremos el tempo que nos haya aconsejado nuestro profesor y empezaremos a tocar siguiendo estrictamente al metrónomo. Cuando el tempo ya no sea un problema, pasaremos a trabajar otros aspectos musicales, pero no pasaremos a un nuevo fragmento musical sin asegurarnos que el anterior está correctamente ejecutado.
¡Pues he aquí la varita mágica! Con estos consejos y en continuo trabajo con tu profesor, alcanzarás metas que ni tú te habías imaginado.